Por :Francisco Clavenzani

“Esta vez, lamentablemente, dicen que es en serio, muchachos. Están confirmando que se nos fue el Gordo”

. El mensaje que llegó al whatsapp en un grupo puro fútbol que tiene acción todo el día y más aún en la pandemia, me dejó paralizado. Estaba frente a la computadora, en casa. Solo y en silencio. Prendí la radio. Puse La Red. Estaba Gustavo López entrevistando a Víctor Blanco, presidente de Racing. A priori era una gran nota. Hacía dos días Diego Milito había dejado de ser el Manáger de la Academía y Blanco aún no había hablado con ningún medio.

“Ya lo publicó Clarín”. No recuerdo bien cómo decía el titular, pero confirmaban la noticia. Dentro mío pensaba: “Mienten, no pueden tirar eso”. Me lo imaginaba al mismo Diego despotricando. El resto de los medios aún no confirmaban.

La nota con Blanco seguía. El presidente de Racing hablaba, pero los periodistas ni repreguntaban. Lo cortaron medio en seco. Hubo silencio. Estaban como sin saber qué hacer. Se percibía en el aire. Llamaron a Martín Arévalo, que siempre tenía precisión sobre la vida del Diego. Lloraba.

Todos los portales empezaron a confirmarlo. Era cierto. Se había muerto el Diego. ¿Qué hacer ante la muerte de Diego? Muchas veces la catarsis la hago con la escritura. No tenía aliento.

No estaba desganado, ni tampoco triste. Estaba en shock.

Aquel caluroso 25 de noviembre de 2020 al mediodía nos sacudía. Sin dudas no estábamos preparados para tanto. Todos habíamos visto al Diego el día de su cumpleaños. Ese 30 de octubre todos pensamos, pobre Gordo, cómo lo exponen así. También todos pensamos, la semana que viene está de nuevo en el ruedo. ¿Cuántas veces lo habíamos visto mal y se levantó? Siempre se levantaba. Nacimos con el Diego eterno. Ese que parecía que explotaba y aparecía flaquito a los dos meses.

¿Cuántas veces lo escuchamos ilegible y al otro día daba notas con la lucidez de siempre, dejando títulos e ironía?

A Diego lo mataron una manga de hijos de puta. El ídolo murió solo. Los que se llenaron de guita seguramente andan por ahí, como ratas. Su círculo sigue disputándose vaya a saber qué fortuna. Por las dudas se encargaron de eliminar en las redes al Diego político. Quieren mostrarnos un Diego trivial, un Diego que no fue.

Todos quisiéramos escucharlo ahora, en la previa ante un partido contra México. En 2010 en la arenga a sus jugadores les dijo: “Nosotros hablamos en la cancha”. Hoy el Diego arengador no está. Está el Diego maravilloso que cada uno elige recordar. Claro que no es uno, son varios. Todos tenemos muchos Maradonas en nuestra retina. Siempre hay una frase para ilustrar cada momento. ¿Como si las hubiese guionado no?

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