Nació en Buenos Aires. Viajó por el mundo. Estudió en Estados Unidos. Murió en Ginebra, un 25 de junio de 1983. En el día de un nuevo aniversario de su fallecimiento, vale recordar la historia de uno de los mejores músicos del continente en todo el siglo XX, que no tiene precisamente un lugar fijo, pero un gran legado en nuestra ciudad.
Alberto Ginastera, considerado por una gran cantidad de especialistas como el compositor argentino de academia más destacado de la historia, siempre fue un “ciudadano del mundo”. No obstante, aquel que enseñó armonía clásica a Astor Piazzolla, entre otros, eligió a mediados de siglo pasado la ciudad de La Plata para que sea el escenario de uno de sus pocos legados tangibles en el país.
El punto clave de esta historia se dio en 1947, cuando Ginastera volvió de su periplo por Massachusetts, Estados Unidos. Hasta allí había viajado más de dos años antes, para instalarse en la prestigiosa finca Tanglewood, conocida por celebrar conciertos sinfónicos y también por ser cumbre tanto de maestros como de aprendices de alrededor del mundo. Fue Aaron Copland, uno de los compositores más representativos de la identidad americana clásica, quien instruyó y apadrinó al argentino por un par de temporadas hasta que éste decidió pegar la vuelta a su país natal.
Pero claro, Ginastera ya no era el mismo. Trastocado con el deseo de crear un “nacionalismo” musical (algo que luego plasmaría en su obra mezclando ritmos autóctonos y clásicos) había traído consigo la idea de crear un espacio moderno de aprendizaje musical, mucho más renovado que los antiguos institutos donde había aprendido de más joven, que se enfocaran también en los aspectos profesionales de la vida de un músico. En 1949, dos años después de su regreso, su proyecto vio la luz. Fue en la ciudad de La Plata, por entonces gobernada por Vital Bertoldi, que se instaló el conservatorio que, en 1951, abriría una nueva sede en la localidad de Banfield. Su nombre oficial fue “Conservatorio de Música y Arte Escénico”.
Su reconocido creador fue, además, el director durante varios años, aunque no fue homenajeado con su denominación puesto que aún vivía cuando se decidió nombrar al establecimiento (algo impedido por el estatuto). Hoy, el “Conservatorio Gilardo Gilardi” está implantado en Tolosa, en el Palacio Sirvente (que supo ser un orfanato por décadas) y cuenta con más de 40 aulas, entre ellas un auditorio. No obstante, Ginastera sí tiene hoy en día su distinción “visible”, y también en la ciudad. La sala principal del Teatro Argentino, de más de 2.200 butacas disponibles y que actualmente se encuentra en reformas, lleva su nombre.
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