Por Nicolás Andreoli

Escribo hace años, pero no soy famoso. Más famoso es el mocoso que se roba mis poemas. Quizá lo conozcas, es oscuro y se la da de brilloso.

Pero ese ya es otro tema. Después van a decir que me puse envidioso, pero solo me sentí furioso, porque falsos poetas hicieron negocios con mis problemas.

Hace años le escribo a tu sonrisa y sigo teniendo los ojos llorosos.

A veces me doy pena. Hablo de sueños, hablo de amor, pero soy tan miedoso que el brillo me quema.

Me pierdo besos por andar de celoso, me pierdo risas por andar de ansioso.

Escribo hace años, y no tengo una casa con pileta en el fondo ni muebles costosos, ni tampoco un libro que en la tele llamen exitoso. Pero alquilando me siento orgulloso por no vender mi corazón al lado ambicioso.

Para mí, lo simple también es lujoso. Con unos mates, con una ruta y con un abrazo me siento hermoso.

Pero la vida es injusta, y a veces ni las alas nos salvan de caer en algún pozo. Escribo hace años para hacer algo bueno con las cosas malas, para arreglar los destrozos y para abrazar con palabras lo que es invisible a los ojos.

Escribo hace años con las mismas ganas, con la misma meta, la de vernos despertar felices en las mañanas. Escribo hace años, y gasté todos mis ahorros en una camioneta.

Que está rota, y como a mí alma, hay que arreglarla completa.

Pero escribo hace años para hacer magia con las derrotas. Y aunque no tenga millones en una cuenta ni un tilde azul en la otra, soy rico mientras escribo, cuando lo termino, cuando lo regalo y vos me lees, como la primera vez.

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