La Biblio del otro lado del Arbol, tiene una historia particular. La Madre de Pilar, el angelito que nos dejó culpa de una cruel enfermedad y fue la inspiradora de este mágico lugar en Parque Saavedra, POSTEO estas lineas para contestarle un entendible pedido de «LA PEPI»
Esta frase la dijo «La Pepi» que también sabe de tristezas. Era una buena idea, pero sería injusta si borrará todos los eneros con vos y todos los eneros que vinieron, con vos en mi recuerdo.
Y entonces decido resguardar los eneros en el mar con la abuela Pachi y la carpita azul y el mozo que tiró todos los platos arriba de Clara y el sanguchito de hermanos en la cama grande y la arena en las zapatillas y las mil paradas para sacudirlas.
O el enero en Córdoba y las caminatas dónde todo era «para trepar» y las chocolatadas en cajita que pedías y no tomabas y los arroyos con piedritas para juntar. Eneros con pelopincho y manguera en el patio y Jack ladrando locamente a la lluvia.
Entonces los eneros pueden ser también días llenitos de amor para vencer la muerte, para alejar la desgracia.
Mientras escribo en éste nuevo enero, en la carpa con luz de linterna me mensajeo con Santiago y Clara y nos aliviamos con palabras y señales que solo nosotros sabemos ver. Elijo atravesar enero como me salga y saltearme está vez la tristeza con la única condición que siempre me devuelva a éste abrazo. Te amo siempre.
